Sabiduría 3, 1-12


Comparación de la suerte de los justos y de los impíos.
En cambio, la vida de los justos está en manos de Dios
y ningún tormento les afectará.
Los insensatos pensaban que habían muerto;
su tránsito les parecía una desgracia
y su partida de entre nosotros, un desastre;
pero ellos están en la paz.
Aunque la gente pensaba que eran castigados,
ellos tenían total esperanza en la inmortalidad.
Tras pequeñas correcciones, recibirán grandes beneficios,
pues Dios los puso a prueba
y los halló dignos de sí;
los probó como oro en crisol
y los aceptó como sacrificio de holocausto.
En el día del juicio resplandecerán
y se propagarán como el fuego en un rastrojo.
Gobernarán naciones, dominarán pueblos
y el Señor reinará eternamente sobre ellos.
Los que confían en él comprenderán la verdad
y los fieles a su amor permanecerán a su lado,
pues la gracia y la misericordia están destinadas a sus elegidos.
Los impíos, en cambio, serán castigados por sus razonamientos,
por despreciar al justo y apartarse del Señor.
Desdichado el que desprecia la sabiduría y la educación;
vana es su esperanza,
baldíos sus esfuerzos,
e inútiles sus obras.
Sus mujeres son necias,
sus hijos perversos,
y su posteridad maldita.
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