Sabiduría 9, 13-17

Pues, ¿qué hombre puede conocer la voluntad de Dios?
¿Quién puede considerar lo que el Señor quiere?
Los pensamientos humanos son mezquinos
y nuestros proyectos, caducos;
pues el cuerpo mortal oprime el alma
y la tienda terrenal abruma la mente reflexiva.
Si a duras penas vislumbramos lo que hay en la tierra
y con dificultad encontramos lo que tenemos a mano,
¿quién puede rastrear lo que está en los cielos?
¿Quién puede conocer tu voluntad, si tú no le das la sabiduría
y le envias tu espíritu santo desde el cielo?
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