Salmos 107, 23-30

Se hicieron a la mar con sus naves,
comerciando por todo el océano,
y vieron las obras de Yahvé,
todas sus maravillas en el piélago.
A su voz, un viento de borrasca
hizo encresparse a las olas;
al cielo subían, bajaban al abismo,
su espíritu se hundía bajo el peso del mal;
daban vuelcos, vacilaban como ebrios,
no les valía de nada su pericia.
Pero clamaron a Yahvé en su apuro,
y él los libró de sus angustias.
A silencio redujo la borrasca,
las olas callaron a una.
Ellos se alegraron al verlas calmarse,
y él los llevó al puerto deseado.
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