Salmos 18, 10-15

Inclinó los cielos y bajó,
con espeso nublado a sus pies;
volaba a lomos de un querubín,
sostenido por las alas del viento.
Se puso como tienda un cerco de tinieblas,
de aguas oscuras y espesos nubarrones;
el brillo de su presencia despedía
granizo y ascuas de fuego.
Tronó Yahvé en el cielo,
lanzó el Altísimo su voz;
disparó sus saetas y los dispersó,
la cantidad de rayos los desbarató.
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