Salmos 39, 1-6


SALMO 39 (38)
Pequeñez del hombre ante Dios
Del maestro de coro. De Yedutún. Salmo. De David.
Me decía: «Cuidaré mi conducta,
sin faltar con mi lengua,
pondré un freno a mi boca,
mientras tenga al malvado ante mí».
Yo me callé, tranquilo y en silencio,
mas mi dolor aumentó al ver su dicha.
Mi mente se fue acalorando,
mis pensamientos ardían como fuego,
y por fin solté la lengua:
«Hazme saber, Yahvé, mi fin,
dónde llega la medida de mis días,
para que sepa lo frágil que soy.
De unos palmos hiciste mis días,
mi existencia nada es para ti,
sólo un soplo el hombre que se yergue,
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