Salmos 44, 4-7

no conquistaron la tierra con su espada,
ni su brazo les dio la victoria;
fueron tu diestra y tu brazo,
y la luz de tu rostro, pues los amabas.
Tú solo, Rey mío, Dios mío,
decidías las victorias de Jacob;
por ti hundíamos a nuestros adversarios,
en tu nombre pisábamos a nuestros agresores.
No ponía mi confianza en mi arco,
ni mi espada me hizo vencedor;
Ver contexto