Salmos 61, 2-6

¡Escucha, oh Dios, mi clamor,
atiende a mi plegaria!
Te grito desde el confín de la tierra,
con el corazón desmayado.
Condúceme a la roca inaccesible,
que tú eres mi refugio,
bastión frente al enemigo.
¡Hospédame siempre en tu tienda,
acogido al amparo de tus alas!
Pues tú, oh Dios, escuchas mis votos:
me otorgas la heredad de tus adeptos.
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