Salmos 69, 2-7

¡Sálvame, oh Dios,
que estoy con el agua al cuello!
Me hundo en el cieno del abismo
y no puedo hacer pie;
me he metido en aguas profundas
y las olas me anegan.
Estoy exhausto de gritar, me arde la garganta,
mis ojos se consumen de esperar a mi Dios.
Son más que los pelos de mi cabeza
los que me odian sin motivo;
son poderosos los que me destruyen,
los que me hostigan sin razón.
(¿Tengo que devolver lo que no he robado?)
Tú conoces, oh Dios, mi torpeza,
no se te ocultan mis ofensas.
¡Que por mí no queden defraudados
los que esperan en ti, Yahvé Sebaot!
¡Que por mí no queden confundidos
los que te buscan, Dios de Israel!
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