Salmos 73, 3-12

celoso como estaba de los perversos,
al ver prosperar a los malvados.
No hay congojas para ellos,
sano y rollizo está su cuerpo;
no comparten las penas de los hombres,
no pasan tribulaciones como los otros.
Por eso el orgullo es su collar,
la violencia el vestido que los cubre;
su gordura rebosa malicia,
de artimañas desborda su corazón.
Se sonríen, hablan con maldad,
hablan altivamente de opresión;
ponen en el cielo su boca,
y su lengua se pasea por la tierra.
Por eso mi pueblo va tras ellos:
sorben con ansia sus palabras.
Dicen: «¿Va a saberlo Dios?
¿Lo va a saber el Altísimo?».
¡Así son, éstos son los malvados!,
tranquilos y acumulando riqueza.
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