Salmos 88, 6-11

relegado entre los muertos,
como un cadáver en la tumba,
del que nadie se acuerda ya,
que está arrancado de tu mano.
Me has echado en la fosa profunda,
en medio de tinieblas abismales;
arrastro el peso de tu furor,
me hundes con todas tus olas. Pausa.
Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho para ellos un horror,
cerrado estoy y sin salida,
mis ojos se consumen por la pena.
Todo el día te llamo, Yahvé,
tiendo mis manos hacia ti.
¿Haces acaso maravillas por los muertos,
o se alzan las sombras para darte gracias? Pausa.
Ver contexto