Salmos 88, 9-19

Has alejado de mí a mis conocidos,
me has hecho para ellos un horror,
cerrado estoy y sin salida,
mis ojos se consumen por la pena.
Todo el día te llamo, Yahvé,
tiendo mis manos hacia ti.
¿Haces acaso maravillas por los muertos,
o se alzan las sombras para darte gracias? Pausa.
¿Se habla en la tumba de tu amor,
de tu lealtad en el lugar de perdición?
¿Se conocen en las tinieblas tus maravillas,
o tu justicia en la tierra del olvido?
Pero yo, Yahvé, solicito tu socorro,
con el alba va a tu encuentro mi oración;
¿por qué, Yahvé, me rechazas,
y ocultas tu rostro lejos de mí?
Desdichado y enfermo desde mi infancia,
he soportado tus terrores, no puedo más;
tu furor ha pasado sobre mí,
tus espantos me han aniquilado.
Me anegan como el agua todo el día,
se aprietan contra mí todos a una.
Has alejado a compañeros y amigos,
y son mi compañía las tinieblas.
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