Eclesiástico 11, 26-28

Es fácil para el Señor, el día de la muerte,
pagar a cada uno según su conducta.
El mal de un momento hace olvidar el gozo,
pero cuando el hombre se acerca al fin se descubren sus obras.
Antes de la muerte no felicites a nadie,
porque sólo en su final se conoce al hombre.
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