Eclesiástico 22, 9-10


Sabiduría y necedad.
Enseñar al necio es como pegar los añicos de una vasija rota,
o como despertar a uno que duerme profundamente.
Conversar con el necio es conversar con un adormilado,
cuando termines de hablar, te dirá: «¿Qué has dicho?»
Ver contexto