Eclesiástico 29, 21-28


La hospitalidad.
Lo indispensable para vivir es agua, pan, vestido,
y una casa para cobijarse.
Más vale vida de pobre bajo techo de madera
que grandes banquetes en casa ajena.
En lo poco y en lo mucho pon buena cara,
y no escucharás reproches de tu huésped.
Triste vida andar de casa en casa:
allí donde te hospedes no podrás abrir la boca.
Recibirás humillado hospedaje y bebida,
y encima tendrás que oír palabras hirientes:
«Pasa, forastero, pon la mesa,
si tienes algo a mano, dame de comer.»
«Vete, forastero, cede tu puesto a otro más importante,
mi hermano viene a hospedarse y necesito la casa.»
Duro es esto para el hombre con sentimientos,
reproches del casero
e insultos del prestamista.
Ver contexto