Eclesiástico 3, 1-16


Deberes para con los padres.
Hijos míos, escuchad los consejos de vuestro padre,
ponedlos en práctica y os salvaréis.
Porque el Señor honra más al padre que a los hijos,
y afirma el derecho de la madre sobre ellos.
Quien honra a su padre expía sus pecados,
quien respeta a su madre acumula tesoros.
Quien honra a su padre recibirá alegría de sus hijos,
y cuando rece, su oración será escuchada.
Quien respeta a su padre tendrá larga vida,
quien obedece al Señor conforta a su madre,
(7b) y sirve a sus padres como si fueran sus amos.
Honra a tu padre de palabra y obra,
para que su bendición llegue hasta ti.
Porque la bendición del padre asegura la casa de sus hijos,
y la maldición de la madre arranca los cimientos.
No te gloríes en la deshonra de tu padre,
porque su deshonra no es motivo de gloria.
La gloria de un hombre depende de la honra de su padre,
y una madre deshonrada es la vergüenza de los hijos.
Hijo, cuida de tu padre en su vejez,
y durante su vida no le causes tristeza.
Aunque haya perdido la cabeza, sé indulgente con él,
no le desprecies, tú que estás en la plenitud de tus fuerzas.
La compasión hacia el padre no será olvidada,
te servirá para reparar tus pecados.
En la tribulación el Señor se acordará de ti,
y tus pecados se diluirán como el hielo ante el calor.
Quien abandona a su padre es un blasfemo,
maldito del Señor quien irrita a su madre.
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