Eclesiástico 40, 1-2


Miseria del hombre.
Penoso destino se ha asignado a todo hombre,
pesado yugo grava sobre los hijos de Adán,
desde el día en que salen del seno materno,
hasta el día de su regreso a la madre de todos.
El objeto de sus reflexiones, la ansiedad de su corazón
es la espera angustiosa del día de la muerte.
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