Eclesiástico 40, 25-27

Oro y plata aseguran el paso,
pero todavía más se estima el consejo.
La riqueza y la fuerza dan confianza,
pero todavía más el temor del Señor.
Al que teme al Señor nada le falta,
no necesita buscar otra ayuda.
El temor del Señor es un paraíso de bendición,
protege más que cualquier otro escudo.
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