Sofonías  3, 1-8


III. Contra Jerusalén
Contra los dirigentes de la nación.
¡Ay de la rebelde, la impura,
la ciudad opresora!
No ha escuchado la voz,
no ha aceptado la corrección;
en Yahvé no ha confiado,
no se ha acercado a su Dios.
Los príncipes que habitan en ella
son leones rugientes,
sus jueces, como lobos esteparios,
no dejan un hueso para la mañana.
Sus profetas, fanfarrones,
hombres traicioneros;
sus sacerdotes profanan lo santo
y violan la Ley.
Vive en ella Yahvé el justo,
que no comete injusticia;
cada mañana dicta sentencia,
no falla al amanecer
(pero el inicuo no conoce la vergüenza).

La lección de las naciones.
He exterminado a las naciones,
sus almenas han sido derruidas,
he dejado desiertas sus calles,
sin nadie que transite;
han sido arrasadas sus ciudades,
no quedan hombres ni habitantes.
Pensé: «Ella al menos me temerá,
sabrá aceptar la corrección;
no podrá apartar de sus ojos
todo lo que la he castigado.»
Pero al punto han corrompido
todas sus acciones.
Por eso, esperad —oráculo de Yahvé—
el día en que me levante para acusar,
porque voy a reunir a las naciones,
voy a congregar a los reinos,
para derramar sobre vosotros mi furor,
todo el ardor de mi cólera.
(Porque el fuego de mi celo
devorará la tierra entera).
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