Santiago 1, 1-12


Saludo.
Santiago, siervo de Dios y del Señor Jesucristo, saluda a las doce tribus de la Dispersión.
Provecho de las tribulaciones.
Considerad como un gran gozo, hermanos míos, cuando estéis rodeados por toda clase de pruebas, sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce paciencia; pero la paciencia ha de culminar en una obra perfecta para que seáis perfectos e íntegros, sin que dejéis nada que desear.
Petición confiada.
Si alguno de vosotros carece de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente y sin echarlo en cara, y se la dará. Pero que la pida con fe, sin vacilar; porque el que vacila es semejante al oleaje del mar, agitado por el viento y zarandeado de una a otra parte. Que no piense recibir cosa alguna del Señor un hombre como éste, un hombre irresoluto e inconstante en todos sus caminos.
Destino del rico.
Que el hermano de condición humilde se gloríe en su exaltación; y el rico, en su humillación, porque pasará como flor de hierba: sale el sol con fuerza y seca la hierba y su flor cae y se pierde su hermosa apariencia; así también el rico se marchitará en sus proyectos.
La prueba.
¡Feliz el hombre que soporta la prueba! Porque, superada la prueba, recibirá la corona de la vida que ha prometido el Señor a los que le aman.
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