Tobías 2, 12-14

que entregaba a sus señores, cobrando un sueldo; el siete del mes de Distros acabó un tejido y se lo entregó a los dueños, que le dieron todo su jornal y le añadieron un cabrito para una comida. Cuando entró ella en casa, el cabrito empezó a balar. Yo, entonces, llamé a mi mujer y le dije: «¿De dónde ha salido ese cabrito? ¿Ha sido robado? Devuélvelo a sus dueños, porque no podemos comer nada robado.» Ella me dijo: «Es un regalo que me han añadido a mi sueldo.» Pero yo no la creí. Ordené que lo devolviera a los dueños y me irrité contra ella por este asunto. Entonces ella me replicó: «¿Dónde están tus limosnas y tus buenas obras? ¡Ahora se ve todo bien claro!»
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