Genesis 7, 14-24

Con ellos entraron los animales de cada especie, los ganados de cada especie, los reptiles de cada especie que reptan sobre la tierra, y las aves de cada especie: toda clase de pájaros y seres alados. Entraron, pues, con Noé en el arca sendas parejas de todos los vivientes en los que hay aliento de vida. Y los que iban entrando eran macho y hembra de cada especie, como Dios se lo había mandado. Yahvé cerró la puerta detrás de Noé. El diluvio descargó sobre la tierra durante cuarenta días. Crecieron las aguas y levantaron el arca, que se alzó de encima de la tierra. Las aguas arreciaron y crecieron mucho sobre la tierra, mientras el arca flotaba sobre la superficie de las aguas. Las aguas arreciaron muchísimo sobre la tierra, hasta el punto que los montes más altos que hay debajo del cielo quedaron cubiertos. El nivel de las aguas los sobrepasó quince codos, quedando cubiertos los montes. Pereció toda ser viviente: lo que repta por la tierra, junto con aves, ganados, animales y todo lo que pulula sobre la tierra, así como toda la humanidad. Todo cuanto respira hálito vital, todo cuanto existe en tierra firme, murió. Yahvé exterminó todo ser que había sobre la faz del suelo, desde el hombre hasta los ganados, incluidos los reptiles y las aves del cielo: todos fueron exterminados de la tierra. Sólo quedaron Noé y los que con él estaban en el arca. Las aguas inundaron la tierra por espacio de ciento cincuenta días.
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