II Reyes  5, 18

Pero que Yahvé me perdone una cosa. Y es que, cuando mi señor entra en el templo de Rimón* para postrarse allí en adoración, se apoya en mi brazo, de modo que también yo tengo que postrarme. Así que, cuando me postre en el templo de Rimón, que Yahvé perdone a tu siervo por ello.»
Ver contexto