II Tesalonicenses  2, 3-4

Que nadie os engañe de ninguna manera*. Primero tiene que venir la apostasía* y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición, el Adversario* que se alza contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de culto, hasta el extremo de sentarse él mismo en el Santuario de Dios y proclamarse a sí mismo Dios.
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