Ezequiel  19, 10-14

Tu madre se parecía a una vid* plantada a orillas de las aguas. Era fecunda, exuberante, por la abundancia de agua. Tenía ramas fuertes para ser cetros reales; su talla se elevó hasta dentro de las nubes. Era imponente por su altura, por su abundante ramaje. Pero ha sido arrancada con furor, tirada por tierra; el viento del este ha agostado su fruto; ha sido rota*, su rama fuerte se ha secado, la ha devorado el fuego. Y ahora está plantada en el desierto, en tierra de sequía y de sed. Ha salido fuego de su rama, que ha devorado sus sarmientos y su fruto. No volverá a tener su rama fuerte, su cetro real.» Esto es una elegía; y de elegía sirvió.
Ver contexto