Genesis 49, 3-29

Rubén, mi primogénito tú, mi vigor, la primicia de mi virilidad, exceso de pasión, exceso de ímpetu: hierves como agua, ¡no te desbordes!, porque subiste al lecho de tu padre, violando mi tálamo indignamente*. Simeón y Leví*, hermanos; instrumento de violencia sus espadas*. En su concejo no entres, alma mía, a su asamblea no te unas, honra mía, porque enojados mataban hombres, y por gusto desjarretaban toros. ¡Maldito su enojo, tan violento, y su cólera, tan dura! Los repartiré por Jacob y los dispersaré por Israel. A ti, Judá*, te alaben* tus hermanos; tu mano en la cerviz de tus enemigos: ¡inclínense ante ti los hijos de tu padre! Cachorro de león, Judá; de la caza, hijo mío, vuelves; se agacha, se echa cual león o cual leona, ¿quién le va a desafiar? No se irá cetro de mano de Judá, bastón de mando de entre sus piernas, hasta que venga el que le pertenece*, y al que harán homenaje los pueblos*. El que ata a la vid su borrico y a la cepa el pollino de su asna; el que lava en vino su túnica y en sangre de uvas su sayo; el de ojos rubicundos por el vino, y blanquean sus dientes más que leche. Zabulón a la ribera del mar habita, a la ribera de barcos, a horcajadas sobre Sidón*. Isacar, asno robusto echado entre las angarillas*. Aunque ve que el reposo es bueno y que la tierra es grata, apresta su lomo a la carga y acaba sometiéndose al trabajo. Dan juzgará a su pueblo* como una de las tribus de Israel. Será Dan culebra en el camino, víbora* en el sendero, que pica al caballo en los pulpejos y cae su jinete de espaldas. Por tu salvación aguardo, Yahvé*. A Gad atracadores le atracan, pero él les atraca por retaguardia*. Aser tiene pingüe su pan y da manjares de rey. Neftalí, una cierva suelta que da cervatillos hermosos*. Un retoño, José, retoño cabe la fuente, sus vástagos trepan por el muro*. Le molestan y acribillan, hostíganle flecheros, mientras sigue firme su arco y sueltos los músculos de sus manos, por las manos del Fuerte de Jacob, por el Nombre del Pastor, la Piedra de Israel*, por el Dios de tu padre, y él te ayude, el Dios Sadday*, y él te bendiga con bendiciones del cielo por arriba, bendiciones del abismo que yace abajo*, bendiciones de ubres y vientre, bendiciones de espigas y frutos, amén de las bendiciones de los montes antiguos*, lo apetecible de los collados eternos: ¡Vengan sobre la cabeza de José, sobre el vértice del consagrado* de sus hermanos! Benjamín, lobo rapaz: de mañana devora su presa y a la tarde reparte el despojo.*» Todas éstas son las tribus de Israel, doce en total, y esto es lo que les dijo su padre, bendiciéndolos a cada uno* con su bendición correspondiente. Luego les dio este encargo: «Yo voy a reunirme con los míos. Sepultadme junto a mis padres en la cueva que está en el campo de Efrón el hitita,
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