Jeremías  39, 8-10

Los caldeos incendiaron el palacio real y las casas del pueblo*, y demolieron los muros de Jerusalén. En cuanto al resto de la gente que quedaba en la ciudad, a los desertores que se habían pasado a él y a los artesanos* restantes los deportó Nabuzardán, jefe de la guardia, a Babilonia. En cuanto a la plebe baja, los que no tenían nada, Nabuzardán, jefe de la guardia, les permitió quedarse en tierra de Judá, y les hizo donación de viñas y parcelas.
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