I Reyes 9, 1-28


Nueva aparición y oráculo
2 Cr 7,11-22; Sal 132

Cuando Salomón terminó el templo, el palacio real y todo cuanto quería y deseaba, el Señor se le apareció otra vez, como en Gabaón, y le dijo:
– He escuchado la oración y súplica que me has dirigido. Consagro este templo que has construido, para que en él resida mi Nombre por siempre; siempre estarán en él mi corazón y mis ojos. En cuanto a ti, si procedes de acuerdo conmigo como tu padre, David, con corazón íntegro y recto, haciendo exactamente lo que te mando y cumpliendo mis mandatos y preceptos, conservaré tu trono real en Israel perpetuamente, como le prometí a tu padre, David: No te faltará un descendiente en el trono de Israel. Pero si ustedes o sus hijos se apartan de mí, o no guardan los preceptos y mandatos que yo les he dado, y van a dar culto a otros dioses y los adoran, borraré a Israel de la tierra que yo le di, rechazaré el templo que he consagrado a mi Nombre e Israel será el motivo de burla constante entre todas las naciones. Este templo será un montón de ruinas; los que pasen se asombrarán y silbarán, comentando: ¿Por qué ha tratado así el Señor a este país y a este templo? Y les dirán: Porque abandonaron al Señor, su Dios, que había sacado a sus padres de Egipto; porque se aferraron a otros dioses, los adoraron y les dieron culto; por eso el Señor les ha echado encima esta catástrofe.

Eres Cabul
2 Cr 8,1

Salomón construyó los dos edificios, el templo y el palacio, durante veinte años, con la ayuda de Jirán, rey de Tiro, que le proporcionó madera de cedro y abeto y todo el oro que quiso. Al terminar, el rey Salomón dio a Jirán veinte villas en la provincia de Galilea. Jirán salió de Tiro a visitar las poblaciones que le daba Salomón, pero no le gustaron, y protestó:
–¿Son estas las ciudades que me das, hermano mío?
Las llamó Eres Cabul, y así se llama hoy aquella región. Jirán había mandado al rey Salomón cuatro mil kilos de oro.

Reclutamiento de trabajadores
2 Cr 8,7-18

Modo como reclutó el rey Salomón trabajadores para construir el templo, el palacio, el terraplén, la muralla de Jerusalén, Jasor, Meguido y Guézer – el Faraón, rey de Egipto, se había apoderado de Guézer, la había incendiado y degollado a los cananeos que la habitaban; luego se la dio como dote a su hija, la esposa de Salomón, y éste la reconstruyó– , Bet-Jorón de Abajo, Baalat, Tamar de la Estepa, como también todos los centros de aprovisionamiento que tenía Salomón, las ciudades con cuarteles de caballería y carros y cuanto quiso construir en Jerusalén, en el Líbano y en todas las tierras de su Imperio. Salomón hizo primero un reclutamiento de trabajadores forzados no israelitas entre los descendientes que quedaban todavía de los amorreos, hititas, fereceos, heveos y jebuseos – pueblos que los israelitas no habían podido exterminar– . A los israelitas no les impuso trabajos forzados, sino que le servían como soldados, funcionarios, jefes y oficiales de carros y caballería. Los jefes y capataces de las obras, que mandaban a los obreros, eran quinientos cincuenta. Una vez que la hija del Faraón pasó de la Ciudad de David al palacio que le había construido Salomón, entonces se hizo el terraplén. Salomón ofrecía tres veces al año holocaustos y sacrificios de comunión sobre el altar que había construido al Señor, y quemaba perfumes ante el Señor, y mantenía el templo en buen estado. El rey Salomón construyó una flota en Esión Gueber, junto a Eilat, en la costa del Mar Rojo, en el país de Edom. Jirán envió como tripulantes esclavos suyos, marineros expertos, junto con los esclavos de Salomón. Llegaron a Ofir y le trajeron de allí al rey Salomón unos quince mil kilos de oro.
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