II Crónicas  19, 4-11

Josafat estableció su residencia en Jerusalén, pero volvió a visitar al pueblo, desde Berseba hasta la sierra de Efraín, convirtiéndolo al Señor, Dios de sus padres. Estableció jueces en cada una de las fortalezas del territorio de Judá y les advirtió:
– Cuidado con lo que hacen, porque no juzgarán con autoridad de hombres, sino con la de Dios, que estará con ustedes cuando pronuncien sentencia. Por tanto, teman al Señor y procedan con cuidado. Porque el Señor, nuestro Dios, no admite injusticias, favoritismos ni sobornos. También en Jerusalén designó a algunos levitas, sacerdotes y jefes de familia para que se encargasen del derecho divino y de los litigios de los habitantes de Jerusalén. Les dio esta orden:
– Obren siempre con temor de Dios, con honradez e integridad. Cuando sus hermanos que habitan en sus ciudades les presenten un caso de asesinato, o bien los consulten sobre leyes, preceptos, mandatos o decretos, instrúyanlos para que no se hagan culpables ante el Señor y no se derrame su cólera sobre ustedes y sus hermanos. Si actúan así estarán libres de culpa. El sumo sacerdote Amarías presidirá las causas religiosas, y Zebadías, hijo de Ismael, jefe de la casa de Judá, las civiles. Los levitas estarán al servicio de ustedes. Tengan ánimo y pónganse a trabajar, y que el Señor esté con los buenos.
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