II Samuel  6, 1-23


El Arca, transportada a Jerusalén
1 Cr 13,5-14; 15,25-29; Sal 132

David reunió nuevamente a los soldados escogidos de Israel, que eran treinta mil hombres. Con todo su ejército emprendió la marcha a Baalá de Judá, para trasladar de allí el arca de Dios, que lleva la inscripción: Señor Todopoderoso, que tiene su trono sobre querubines. Pusieron el arca de Dios en un carro nuevo y la sacaron de casa de Abinadab, en Guibeá. Uzá y Ajió, hijos de Abinadab, guiaban el carro con el arca de Dios; Ajió marchaba delante del arca. David y los israelitas iban danzando ante el Señor con todo entusiasmo, cantando al son de cítaras y arpas, panderetas, sonajas y platillos. Cuando llegaron al lugar llamado la era de Nacón, los bueyes tropezaron y Uzá alargó la mano al arca de Dios para sujetarla. El Señor se encolerizó contra Uzá por su atrevimiento, lo hirió y murió allí mismo, junto al arca de Dios. David se enfadó porque el Señor había arremetido contra Uzá, y puso a aquel sitio el nombre de Peres Uzá, y así se llama ahora. Aquel día David temió al Señor, y dijo:
–¿Cómo va a venir a mi casa el arca del Señor? Y no quiso llevar a su casa, a la Ciudad de David, el arca del Señor, sino que la trasladó a casa de Obededom, el de Gat. El arca del Señor estuvo tres meses en casa de Obededom, el de Gat, y el Señor bendijo a Obededom y su familia. Informaron a David:
– El Señor ha bendecido a la familia de Obededom y toda su hacienda en atención al arca de Dios.
Entonces fue David y llevó el arca de Dios desde la casa de Obededom a la Ciudad de David, haciendo fiesta. Cuando los portadores del arca del Señor avanzaron seis pasos, sacrificó un toro y un ternero cebado. E iba danzando ante el Señor con todo entusiasmo, vestido sólo con un efod de lino. Así iban David y los israelitas llevando el arca del Señor entre vítores y al sonido de las trompetas. Cuando el arca del Señor entraba en la Ciudad de David, Mical, hija de Saúl, estaba mirando por la ventana, y al ver al rey David haciendo piruetas y cabriolas delante del Señor lo despreció en su interior. Metieron el arca del Señor y la instalaron en su sitio, en el centro de la tienda que David le había preparado. David ofreció holocaustos y sacrificios de comunión al Señor, y cuando terminó de ofrecerlos, bendijo al pueblo en el nombre del Señor Todopoderoso; luego repartió a todos, hombres y mujeres de la multitud israelita, un bollo de pan, una tajada de carne y un pastel de pasas de uvas a cada uno. Después se marcharon todos, cada cual a su casa. David se volvió para bendecir a su casa, y Mical, hija de Saúl, salió a su encuentro y dijo:
–¡Hoy sí que se ha lucido el rey de Israel, desnudándose a la vista de las criadas de sus ministros, como lo haría un bufón cualquiera! David le respondió:
– Ante el Señor, que me eligió en lugar de tu padre y de toda tu familia para constituirme jefe de su pueblo, yo bailaré y me humillaré todavía más según tu opinión, pero seré honrado por esas mismas esclavas de las que tú hablas. Y Mical, hija de Saúl, no tuvo hijos en toda su vida.
Ver contexto