II Samuel  6, 2-11

Con todo su ejército emprendió la marcha a Baalá de Judá, para trasladar de allí el arca de Dios, que lleva la inscripción: Señor Todopoderoso, que tiene su trono sobre querubines. Pusieron el arca de Dios en un carro nuevo y la sacaron de casa de Abinadab, en Guibeá. Uzá y Ajió, hijos de Abinadab, guiaban el carro con el arca de Dios; Ajió marchaba delante del arca. David y los israelitas iban danzando ante el Señor con todo entusiasmo, cantando al son de cítaras y arpas, panderetas, sonajas y platillos. Cuando llegaron al lugar llamado la era de Nacón, los bueyes tropezaron y Uzá alargó la mano al arca de Dios para sujetarla. El Señor se encolerizó contra Uzá por su atrevimiento, lo hirió y murió allí mismo, junto al arca de Dios. David se enfadó porque el Señor había arremetido contra Uzá, y puso a aquel sitio el nombre de Peres Uzá, y así se llama ahora. Aquel día David temió al Señor, y dijo:
–¿Cómo va a venir a mi casa el arca del Señor? Y no quiso llevar a su casa, a la Ciudad de David, el arca del Señor, sino que la trasladó a casa de Obededom, el de Gat. El arca del Señor estuvo tres meses en casa de Obededom, el de Gat, y el Señor bendijo a Obededom y su familia.
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