Apocalipsis  18, 11-19

Los comerciantes del mundo llorarán y harán duelo por ella, porque ya nadie compra su mercancía: oro y plata, piedras preciosas y perlas, lino y púrpura, seda y escarlata, maderas aromáticas, objetos de marfil, instrumentos de maderas preciosas, de bronce, hierro y mármol, canela y especias, perfumes, mirra e incienso, vino y aceite, flor de harina y trigo, vacas y ovejas, caballos, carros, esclavas y esclavos. La ganancia que codiciabas se te escapó, tu refinamiento y esplendor los has perdido y no los volverás a encontrar. Los comerciantes en esos productos, que se enriquecían con ella, se mantendrán a distancia por miedo a sus tormentos, llorarán y harán duelo diciendo: ¡Ay, ay de la Gran Ciudad, que se vestía de lino, púrpura y escarlata, que se enjoyaba con oro, piedras preciosas y perlas! Tanta riqueza arrasada en una hora.
Todos los pilotos y navegantes, marineros y traficantes marinos se quedarán lejos y, al ver el humo de su incendio, gritarán: ¿Quién como la Gran Ciudad? Se echarán polvo a la cabeza, llorarán y harán duelo gritando: ¡Ay, ay de la Gran Ciudad, de cuya abundancia se enriquecían los que navegan por el mar; que en una hora ha sido arrasada!
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