Eclesiástico 23, 16-26


Pasión sexual

Dos clases de hombres multiplican pecados
y una tercera provoca la cólera de Dios: el sensual que arde como fuego,
no se apagará hasta consumirse;
el que fornica con una pariente,
no cesará hasta quemarse;
el lujurioso que encuentra sabroso cualquier pan,
no parará hasta que el fuego lo consuma. El que es infiel al lecho matrimonial
diciéndose: ¿Quién me ve?,
la oscuridad me rodea, las paredes me encubren,
nadie me ve, ¿por qué temer?,
el Altísimo no tendrá en cuenta mis pecados, sólo teme la mirada de los hombres
y no sabe que los ojos del Altísimo
son mil veces más brillantes que el sol
y contemplan todos los caminos de los hombres
y penetran hasta lo más escondido. Todo lo conocía antes de crearlo
y lo mismo después de terminado. Pues cuando menos lo piense, será arrestado
y será castigado en la plaza pública. Lo mismo la mujer que abandona al marido
y proporciona un heredero de un extraño: En primer lugar, desobedeció la ley del Altísimo;
en segundo lugar, ofendió a su marido;
en tercer lugar, se prostituyó con adulterio
y le ha dado hijos de un extraño. Será llevada ante la asamblea,
y el castigo recaerá sobre sus hijos; sus hijos no echarán raíces
y sus ramas no darán fruto; su recuerdo será maldecido
y su deshonra no se borrará.

27 Los que vengan después reconocerán
que nada hay más importante que respetar al Señor
ni más dulce que guardar sus mandamientos.
Ver contexto