Exodo  18, 13-27


Distribución de responsabilidades
Dt 1,9-18; Nm 11,16-25

Al día siguiente, Moisés se sentó a resolver los asuntos del pueblo, y todo el pueblo acudía a él de la mañana a la noche. Viendo el suegro de Moisés todo lo que hacía éste por el pueblo, le dijo:
–¿Qué es lo que haces con el pueblo? ¿Por qué estás sentado tú solo mientras todo el pueblo acude a ti de la mañana a la noche? Moisés respondió a su suegro:
– El pueblo acude a mí para que consulte a Dios; cuando tienen pleito vienen a mí a que se lo resuelva y a que les explique las leyes y mandatos de Dios. El suegro de Moisés le replicó:
– No está bien lo que haces; se están matando, tú y el pueblo que te acompaña; la tarea es demasiado pesada y no puedes realizarla tú solo. Acepta mi consejo y que Dios esté contigo: tú representas al pueblo delante de Dios, y le presentas sus asuntos; al mismo tiempo debes inculcarle los mandatos y preceptos de Dios, y enseñarle el camino que debe seguir y las acciones que debe realizar. Busca entre todo el pueblo algunos hombres hábiles, que respeten a Dios, sinceros, enemigos del soborno, y nombra entre ellos jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte; ellos administrarán justicia al pueblo regularmente: los asuntos graves que te los pasen a ti, los asuntos sencillos que los resuelvan ellos; así se repartirá la carga y tú podrás con la tuya. Si haces lo que te digo y Dios te da instrucciones, podrás resistir, y el pueblo se volverá a casa en paz. Moisés aceptó el consejo de su suegro e hizo lo que le decía. Escogió entre todos los israelitas gente hábil y los puso al frente del pueblo, como jefes de mil, de cien, de cincuenta y de veinte. Ellos administraban justicia al pueblo regularmente: los asuntos complicados se los pasaban a Moisés, los sencillos los resolvían ellos. Moisés despidió a su suegro y éste se volvió a su tierra.
Ver contexto