Ezequiel  12, 1-20


PRIMERA ACTIVIDAD DEL PROFETA II
Al destierro
2 Re 25,11

Me dirigió la palabra el Señor: – Hijo de hombre, vives en medio de un pueblo rebelde: tienen ojos para ver, y no ven; tienen oídos para oír, y no oyen; porque son un pueblo rebelde. Tú, Hijo de hombre, prepara el equipaje del destierro y emigra a la luz del día, a la vista de todos; a la vista de todos emigra a otro lugar, a ver si lo ven; porque son un pueblo rebelde. Saca tu equipaje, como quien va al destierro, a la luz del día, a la vista de todos, y tú sal al atardecer, a la vista de todos, como quien va al destierro. A la vista de todos abre un boquete en el muro y saca por allí tu equipaje. Cárgate al hombro tu equipaje, a la vista de todos sácalo en la oscuridad; tápate la cara, para no ver la tierra, porque hago de ti una señal para la casa de Israel. Yo hice lo que me mandó: saqué mi equipaje como quien va al destierro, a la luz del día; al atardecer abrí un boquete en el muro, lo saqué en la oscuridad, me cargué al hombro mi equipaje, a la vista de todos. A la mañana siguiente me dirigió la palabra el Señor: – Hijo de hombre, ¿no te ha preguntado la casa de Israel, el pueblo rebelde, qué es lo que hacías? Pues respóndeles: Esto dice el Señor: Este oráculo contra Jerusalén va por el príncipe y por toda la casa de Israel que vive allí. Di: Soy señal para ustedes; lo que yo he hecho se lo harán ellos: irán – cautivos– al destierro. El príncipe que vive entre ellos se cargará al hombro el equipaje, abrirá un boquete en el muro para sacarlo, lo sacará en la oscuridad y se tapará la cara para que no lo reconozcan. Pero tenderé mi red sobre él y lo cazaré en mi trampa; lo llevaré a Babilonia, país de los caldeos, donde morirá sin poder verla. A su escolta y a su ejército los dispersaré a todos los vientos y los perseguiré con la espada desnuda. Y sabrán que yo soy el Señor cuando los desparrame por los pueblos y los disperse por los territorios. Pero dejaré a unos pocos, supervivientes de la espada, del hambre y de la peste, para que cuenten sus prácticas idolátricas por los pueblos adonde vayan, y sepan que yo soy el Señor. Me dirigió la palabra el Señor: – Hijo de hombre, come el pan con estremecimiento, bebe el agua con temblor y susto. Para los terratenientes dirás: Esto dice el Señor a los que habitan en Jerusalén en la tierra de Israel:
Comerán el pan con susto,
beberán el agua con miedo,
porque devastarán
y despoblarán su país
por las violencias de sus habitantes; arrasarán las ciudades habitadas
y el país quedará desolado,
y sabrán que yo soy el Señor.
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