Filemón 1, 8-20


Autoridad de Pablo

Por eso, aunque tengo plena libertad cristiana para ordenarte lo que es debido, prefiero suplicarte en nombre del amor. Yo, este anciano Pablo, y ahora prisionero por Cristo Jesús, te suplico en favor de un hijo mío, que engendré en la prisión: Onésimo, antes, él no te prestó ninguna utilidad, pero ahora será de gran provecho para ti y para mí. Ahora te lo envío y con él mi corazón. Habría querido retenerlo junto a mí, para que, en tu lugar, me sirviese en esta prisión que sufro por la Buena Noticia. Pero sin tu consentimiento no quise hacer nada, para que tu buena acción no sea forzada, sino voluntaria. Quizás se alejó de ti por breve tiempo para que puedas recobrarlo definitivamente; y no ya como esclavo, sino como algo mucho mejor que esclavo: como hermano muy querido para mí y más aún para ti, como hombre y como cristiano. Si te consideras compañero mío, recíbelo como a mí; si te ofendió o te debe algo, apúntalo a mi cuenta. Lo firmo de mi puño y letra: yo Pablo, te pagaré, aunque podría recordarte que me debes tu persona. Sí, hermano, te lo suplico por el Señor: consuela mi corazón como hermano en Cristo.
Ver contexto