I Pedro 2, 1-10


La piedra viva

Ahora, despojados de toda maldad, engaño e hipocresía, de toda envidia y difamación, busquen, como niños recién nacidos, la leche espiritual, no adulterada, para crecer sanos; ya que han gustado qué bueno es el Señor. Él es la piedra viva, rechazada por los hombres, elegida y estimada por Dios; por eso, al acercarse a él, también ustedes, como piedras vivas, participan en la construcción de un templo espiritual y forman un sacerdocio santo, que ofrece sacrificios espirituales, aceptables a Dios por medio de Jesucristo. Por eso se lee en la Escritura: Miren, yo coloco en Sión una piedra angular, elegida, preciosa: quien se apoya en ella no fracasa. Es preciosa para ustedes que creen; en cambio, para los que no creen, la piedra que rechazaron los arquitectos es ahora la piedra angular y piedra de tropiezo, roca de escándalo. En ella tropiezan los que no creen en la palabra: tal era su destino. Pero ustedes son raza elegida, sacerdocio real, nación santa y pueblo adquirido para que proclame las maravillas del que los llamó de las tinieblas a su maravillosa luz. Los que antes no eran pueblo, ahora son pueblo de Dios; los que antes no habían alcanzado misericordia ahora la han alcanzado.
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