Isaías 57, 3-13


Idolatría
65,1-7; Ez 16

Acérquense ustedes, hijos de bruja,
raza de un adúltero y una prostituta: ¿de quién se burlan abriendo la boca
y sacando la lengua?
¿No son ustedes hijos ilegítimos,
una raza bastarda? Ustedes que arden de lujuria
entre los robles,
bajo cualquier árbol frondoso;
que inmolan niños junto a los arroyos
y entre las grietas de las rocas. Las piedras lisas del arroyo
serán tu herencia,
ellas te tocarán en suerte:
en su honor derramabas libaciones
y ofrecías sacrificios. Sobre un monte alto y elevado
colocabas tu cama;
allá subías a ofrecer sacrificios.
¿Podrá eso aplacarme? Detrás de los postes de la puerta
colocabas tu amuleto;
te olvidabas de mí, te desnudabas,
subías al lecho y hacías sitio;
hacías trato con tus amantes,
con los que te gustaba acostarte;
mirando su desnudez,
fornicabas con ellos sin cesar. Ibas a Moloc con ungüento,
prodigando perfumes;
despachabas lejos a tus mensajeros,
los hacías bajar hasta el abismo. Te cansabas de tanto caminar,
pero no decías es inútil,
recobrabas fuerzas y no desfallecías. ¿Quién te asustaba,
a quién temías para negarme
y no acordarte de mí ni pensar en mí?
¿No es que yo callaba y disimulaba,
y por eso no me temías? Pero yo te denunciaré,
tu justicia y tus obras no te servirán; tus ídolos ni te librarán cuando grites,
a todos los barrerá el viento,
un soplo los arrebatará.
Pero el que se refugia en mí,
heredará el país
y poseerá mi Monte Santo.
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