Jeremías  4, 27-31


El grito de Sión

Así dice el Señor:
El país quedará desolado,
pero no lo aniquilaré; la tierra guardará luto,
el cielo arriba se ennegrecerá;
lo dije y no me arrepiento,
lo pensé y no me vuelvo atrás. Al oír a los jinetes y arqueros,
huyen los vecinos,
se meten en cuevas,
se esconden en la maleza,
trepan a los peñascos,
y la ciudad queda abandonada,
sin un habitante. Y tú, ¿qué haces
que te vistes de púrpura,
te enjoyas de oro,
te maquillas los ojos con negro?
En vano te embelleces,
tus amantes te rechazan,
sólo buscan tu vida. Oigo un grito como de parturienta,
sollozos como en el primer parto:
el grito angustiado de Sión,
estirando los brazos:
¡Ay de mí, que desfallezco,
que me quitan la vida!
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