Job  17, 1-16

Se me turba la mente, mis días se apagan,
me espera el sepulcro: sólo burlas me acompañan
y estoy harto de provocaciones. Sé tú mi garante ante ti mismo,
¿quién, si no, responderá por mí? Tú has cerrado su mente al razonamiento
y no los dejarás triunfar. Si alguien denuncia al prójimo para despojarlo,
a sus hijos se les consumirán los ojos. Me ha hecho objeto de burla para la gente,
como alguien a quien se escupe en la cara; mis ojos se consumen irritados
y mis miembros son todos como sombra. Los justos se asombran al verlo
y el inocente se indigna contra el malvado; pero el justo se afirma en su camino
y el de manos puras fortalece su ánimo. Vengan todos, vuelvan:
que entre ustedes no encontraré un sabio. Pasan mis días, fracasan mis planes,
y las aspiraciones de mi corazón, pero ustedes convierten la noche en día,
en luz cercana la tiniebla presente. ¡Nada espero! El Abismo es mi casa,
me hago la cama en las tinieblas, a la podredumbre la llamo madre,
a los gusanos padre y hermanos. ¿Dónde ha quedado mi esperanza?
Mi esperanza, ¿quién la ha visto? Bajará a las puertas del Abismo
cuando nos hundamos juntos en la tierra.
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