Romanos  4, 17-21

como está escrito: Te haré padre de muchas naciones; es padre de todos nosotros a los ojos de Dios, en quien creyó, Aquel que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no existen. Por la fe, Abrahán siguió esperando cuando ya no había ninguna esperanza y así se convirtió en padre de muchos pueblos, según el dicho: así será tu descendencia. No vaciló su fe, aun considerando su cuerpo ya sin vigor – era un centenario– y el seno estéril de Sara. No dudó con desconfianza de la promesa de Dios, sino que robustecido por la fe, glorificó a Dios, convencido de que podía cumplir lo prometido.
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