Sabiduría 14, 1-11

Otros, al hacerse a la mar, dispuestos a atravesar las encrespadas olas,
invocan a un madero más frágil que la embarcación que los transporta. Ésta la proyectó el afán de lucro y la armó la habilidad técnica; pero es tu providencia quien la guía, Padre,
tú trazaste un camino en el mismo mar
y una senda segura entre las olas, demostrando que puedes salvar de todo riesgo,
para que se embarquen aun los inexpertos. No quieres que sean inútiles las obras de tu Sabiduría;
por eso los hombres confían sus vidas a un madero insignificante,
y cruzando el oleaje en una balsa, llegan sanos y salvos. En efecto, cuando al principio perecieron los soberbios gigantes,
la esperanza del mundo se refugió en una balsa,
que, guiada por tu mano, transmitió la semilla de la vida a los siglos. Bendita la madera que se emplea rectamente, pero maldito el ídolo hecho por manos humanas y quien lo hizo;
éste por haberlo fabricado,
aquél porque, siendo corruptible, fue considerado dios. Porque Dios aborrece igualmente al impío y su impiedad; también la obra será castigada con su autor. También a los ídolos de los gentiles se les pedirá cuenta por esto:
porque, entre las criaturas de Dios,
se han convertido en algo detestable,
tropiezo para las almas de los hombres
y trampa para los pies de los necios.
Ver contexto