Sabiduría 18, 1-4

Tus santos, en cambio, tenían una luz magnífica;
los otros, que oían sus voces sin ver su figura,
los felicitaban por no haber padecido; les daban las gracias
porque no se desquitaban de los malos tratos recibidos
y pedían perdón por haber estado enemistados. Entonces les proporcionaste una columna de fuego
que los guiara en el viaje desconocido
y un sol inofensivo, para su viaje glorioso. Los otros merecían quedarse sin luz, prisioneros de las tinieblas,
por haber tenido recluidos a tus hijos,
que iban a transmitir al mundo la luz incorruptible de tu ley.
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