Genesis 2, 3-11

Bendijo Dios el día séptimo y lo santificó, porque en él descansó de toda su obra de creación. Éstos fueron los orígenes de los cielos y de la tierra cuando fueron creados. Cuando Yahvéh -Dios hizo la tierra y los cielos, no había aún sobre la tierra ningún arbusto campestre, ni había brotado ninguna hierba del campo, porque Yahvéh -Dios no había hecho llover todavía sobre la tierra, y no existía hombre que cultivara el suelo; pero brotaba de la tierra un venero que regaba toda la superficie de la tierra. Entonces Yahvéh -Dios formó al hombre del polvo de la tierra, insufló en sus narices aliento de vida y fue el hombre ser viviente. Plantó Yahvéh -Dios un jardín en Edén, al oriente, y puso allí al hombre a quien había formado. Y Yahvéh -Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles gratos a la vista y de frutos sabrosos; y también el árbol de vida en medio del jardín, y el árbol de la ciencia del bien y del mal. Salía de Edén un río para regar el jardín, y de allí se dividía en cuatro brazos. El nombre del primero es Pisón; es el que rodea toda la tierra de Javilá, donde hay oro.
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