I Samuel 21, 1-7

David se levantó y partió, y Yonatán se volvió a la ciudad. Llegó David a Nob, ante el sacerdote Ajimélek, que salió atemorizado a su encuentro, y le preguntó: ¿Por qué vienes tú solo, sin que nadie te acompañe? Respondió David al sacerdote Ajimélek: El rey me ha confiado una orden y me ha dicho: Que nadie sepa nada del asunto a que te envío y lo que te ordeno. Por eso he citado a los criados en cierto lugar. Pero ahora, ¿qué tienes a mano? Dame cinco panes o lo que encuentres. Respondió el sacerdote a David: No tengo a mano pan común, únicamente pan sagrado, siempre que los jóvenes se hayan guardado de trato con mujeres. Replicó David al sacerdote: Las mujeres nos están prohibidas desde anteayer, como siempre que salgo a campaña; así que los cuerpos de los jóvenes están puros. Y aunque éste sea un viaje profano, es seguro que hoy están purificados. Dióle entonces el sacerdote pan sagrado, pues no había allí otra cosa que los panes de la proposición que habían sido retirados de la presencia de Yahvéh, para colocar los panes recientes el día en que los otros tenían que ser reemplazados.
Ver contexto