II Corintios 9, 1-12

En cuanto a este servicio en favor de los fieles, no hace falta que os escriba más. Conozco vuestra buena voluntad, de la que me glorío, para honra vuestra, ante los macedonios, asegurándoles que Acaya está preparada desde el año pasado, y vuestro celo estimuló a la mayoría. Envío, sin embargo, a los hermanos, para que el orgullo que de vosotros tenemos no resulte desmentido en este punto; para que, como dije, estéis preparados. No sea que, al venir conmigo los macedonios y encontraros desprevenidos, nos cubriéramos de vergüenza nosotros, por no decir vosotros, por esta seguridad que teníamos. Por esto he creído necesario rogar a los hermanos que se anticiparan en ir a vosotros y organizaron de antemano la prometida donación vuestra, de modo que estuviera preparada como una generosidad, y no como una mezquindad. Tened esto presente: el que siembra con mezquindad, con mezquindad también cosechará, y el que siembra con largueza, con largueza también cosechará. Cada uno dé como haya decidido en su corazón, no a disgusto ni a la fuerza; pues «Dios ama al que da con alegría» (Prov 22,8). Y Dios tiene poder para colmaros con toda clase de gracias, de suerte que, teniendo siempre lo suficiente en todo, tengáis sobrante para contribuir a toda buena obra, según está escrito: «Distribuyó a manos llenas, dio a los pobres; su justicia permanece para siempre» (Sal 112,9). El que proporciona la semilla al sembrador y pan para comer, proveerá y multiplicará vuestra sementera y acrecentará los frutos de vuestra justicia. Así seréis enriquecidos en todo para toda clase de liberalidad, la cual, por medio de nosotros, produce acción de gracias a Dios. Porque el servicio de esta liturgia [u ofrenda] no sólo viene a colmar las necesidades de los fieles, sino que también se desborda en muchas acciones de gracias a Dios.
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