Hechos 8, 4-8

Los que se habían dispersado iban por todas partes anunciando el Evangelio. Así Felipe, bajando a la ciudad de Samaría, les predicaba a Cristo. Y las gentes a una prestaban atención a la predicación de Felipe, al oír y ver las señales que hacía; porque de muchos posesos salían los espíritus impuros clamando a grandes voces. Y muchos paralíticos y cojos eran curados. Con esto hubo una gran alegría en aquella ciudad.
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