Ezequiel  9, 2-7

Y vi seis hombres que venían por el camino de la puerta superior, la que mira al norte, cada uno con su instrumento de destrucción en la mano. Entre ellos había uno vestido de lino, con una cartera de escriba a la cintura. Entraron y se pararon junto al altar de bronce. Entonces la gloria del Dios de Israel se elevó de encima del querubín, sobre el cual estaba, hacia el umbral del templo, y llamó al hombre vestido de lino, al que tenía una cartera de escriba a la cintura. Y Yahvéh le dijo: Pasa a través de la ciudad, a través de Jerusalén, y traza una cruz en las frentes de los hombres que gimen y lloran por todas las abominaciones que en ella se cometen. A los otros les dijo, oyéndolo yo: Pasad por la ciudad detrás de él y herid; no se apiaden vuestros ojos ni tengáis compasión; a los viejos, a los chicos y chicas, a los niños y mujeres, matadlos hasta exterminarlos, pero no toquéis a ninguno de los marcados con la cruz. Comenzad por mi santuario. Comenzaron, pues, por los ancianos que estaban delante del templo. Después les dijo: Contaminad el templo, llenad de muertos los atrios, salid. Salieron y fueron matando por la ciudad.
Ver contexto