Gálatas 2, 1-5

Luego, al cabo de catorce años, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando también conmigo a Tito. Subí allá a consecuencia de una revelación y les expuse el Evangelio que predico entre los gentiles -pero privadamente a los que son tenidos en consideración-, no fuera que tal vez yo corriera o hubiera corrido en vano. Pues bien, ni siquiera Tito, que estaba conmigo, con ser griego, fue obligado a circuncidarse. Por mor de los intrusos, falsos hermanos, que se habían introducido para espiar la libertad que nosotros poseemos en Cristo Jesús, y ello con el fin de reducirnos a esclavitud Ni por un instante tuvimos la deferencia de ceder ante ellos, con el fin de mantener entre vosotros la verdad del Evangelio.
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