Isaías 1, 5-31

¿Dónde golpearos aún si seguís rebelándoos? Toda la cabeza está enferma, todo el corazón extenuado. De la planta del pie a la cabeza no hay en él parte sana: golpes, contusiones, heridas recientes, no han sido limpiadas ni vendadas ni suavizadas con aceite. Vuestro país, un desierto; vuestras ciudades, quemadas por el fuego; vuestra tierra, ante vosotros, extranjeros la devoran. Es un desierto, como una destrucción por extranjeros. La hija de Sión ha quedado como cabaña en viña, como choza en melonar, como ciudad sitiada. Si Yahvéh Sebaot no nos hubiera dejado un resto, seríamos como Sodoma, semejantes a Gomorra. Escuchad la palabra de Yahvéh, jefes de Sodoma; oíd la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: ¿Qué me importa la multitud de vuestros sacrificios? - dice Yahvéh -. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de cebones; la sangre de toros, corderos y cabritos no me gusta. Cuando venís a presentaros a mí, ¿quién buscó de vosotros que pisarais mis atrios? No sigáis trayendo vana ofrenda, el incienso me es abominable. Novilunios, sábados, asambleas: crimen con festividad no lo soporto. Vuestros novilunios y vuestras solemnidades yo las detesto; son para mí una carga que ya estoy cansado de llevar. Cuando extendáis vuestras palmas, ocultaré de vosotros mis ojos; aunque multipliquéis las oraciones, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre: lavaos, purificaos, apartad vuestras malas acciones de delante de mis ojos; cesad de obrar el mal, aprended a obrar el bien; buscad lo que es justo, enderezad lo violento; defended al huérfano, proteged a la viuda. Dios ofrece el perdón a su pueblo Venid, pues, y discutamos, - dice Yahvéh -: si son vuestros pecados como la grana, blanquearán como la nieve; si son rojos como el carmín, se volverán como la lana. Si queréis obedecer, lo mejor del país comeréis; si rehusáis y os rebeláis, por la espada seréis devorados. - Ha hablado la boca de Yahvéh -. ¡Ay cómo se volvió prostituta la ciudad fiel! Estaba repleta de derecho, en ella se albergaba la justicia; pero ahora, asesinos. Tu plata se ha vuelto escoria; tu vino, cortado con agua. Tus príncipes son rebeldes, comparsas de ladrones, cada cual ama el soborno, anda a la caza de regalos. Al huérfano no lo defienden, la causa de la viuda no llega a ellos. Por eso - oráculo del Señor, Yahvéh Sebaot, el Fuerte de Israel -¡ah! me solazaré de mis adversarios, me vengaré de mis enemigos. Volveré mi mano contra ti, limpiaré, como la lejía, tus escorias, apartaré todo tu estaño. Haré a tus jueces como eran al principio; a tus consejeros, como al comienzo. Después te llamarán villa de justicia, ciudad fiel. Sión será rescatada por el derecho; y sus convertidos, por la justicia. ¡Ruina sobre rebeldes y pecadores a la vez! Los que abandonaron a Yahvéh perecerán. Sí, os avergonzaréis de los terebintos que habéis apreciado, os abochornaréis de los jardines que habéis elegido. Pues seréis como terebinto de follaje marchito, y como jardín que carece de agua. Será como estopa el robusto, y su obra, la chispa; arderán a una los dos sin que nadie los apague.
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