Isaías 1, 8-17

La hija de Sión ha quedado como cabaña en viña, como choza en melonar, como ciudad sitiada. Si Yahvéh Sebaot no nos hubiera dejado un resto, seríamos como Sodoma, semejantes a Gomorra. Escuchad la palabra de Yahvéh, jefes de Sodoma; oíd la enseñanza de nuestro Dios, pueblo de Gomorra: ¿Qué me importa la multitud de vuestros sacrificios? - dice Yahvéh -. Estoy harto de holocaustos de carneros y de grasa de cebones; la sangre de toros, corderos y cabritos no me gusta. Cuando venís a presentaros a mí, ¿quién buscó de vosotros que pisarais mis atrios? No sigáis trayendo vana ofrenda, el incienso me es abominable. Novilunios, sábados, asambleas: crimen con festividad no lo soporto. Vuestros novilunios y vuestras solemnidades yo las detesto; son para mí una carga que ya estoy cansado de llevar. Cuando extendáis vuestras palmas, ocultaré de vosotros mis ojos; aunque multipliquéis las oraciones, no os escucharé. Vuestras manos están llenas de sangre: lavaos, purificaos, apartad vuestras malas acciones de delante de mis ojos; cesad de obrar el mal, aprended a obrar el bien; buscad lo que es justo, enderezad lo violento; defended al huérfano, proteged a la viuda. Dios ofrece el perdón a su pueblo
Ver contexto